Es la discordia que nos hace sabios
pues ni tú ni yo sabemos
cuánto habremos de extrañarnos:
después de este adiós ignoramos
cuantas veces por las noches
penderemos de lo imaginario,
no sabemos qué haremos a diario
para que el tiempo se nos vaya raudo,
no sabemos ni a qué -o a quién- por tanto
en nuestra soledad haremos caso
para llenar el vacío en que quedamos.