Sé que tu amor habitado se ha de encontrar;
pues a tan iradiante ternura
temo de nuevo mi anhelo eclaustrar.
Y sí, maldito presentimiento es real,
me invade el desprecio al destino
que no me contesta a mi pregunta letal
¡¿Por qué no pude conocerla antes?!
que divino hubiese sido.
Yo reconozco que a tu presencia soy vulnerable
y es entonces cuando temo y vivo.
Ya oigo la música sonrisa de encanto apacible,
ya siento vibrar y solo lo escribo.