Así que así es como querías ver el fin de la película.
Tengo algo para admitir en el crédito, en los créditos.
Tengo algo para volcar tu copa de celos, para desterrar tu demonio de autodidacta, de parentesco humano y de rascacielos que no rasca nada.
¡Vas a correr!, (te conviene), como viene ese arroyo tragando muelas, ¡te conviene salir!, ¡correr!
Es mejor seguir simulando que alzando las velas de este barco chino, no hay olas, la luna se lleva la marea, solo el arroyo se viene, con todo, con todos, se viene y se va a ir, con o sin vos, ¡corre!
Corre que los cielos están abiertos, esperan abiertos, ansiosos y sanamente babosos, con clavos cuelgan sus esperanzas de verte bailar por su vereda, la vereda del arroyo, ¡el arroyo que va a venir!
Nunca antes oíste hablar de esa manera a un perdedor, tal vez supiste que arreglando las almas de los demás no iba a conseguir nada, pero no se lo hiciste saber y el arroyo se lo llevó de las costillas.
Se lo llevó sin dejarlo decir que te necesitaba, porque en verdad te necesitaba, amor, el refugio de sus latidos eran tus manos, y el acuerdo entre estrellas para formar constelaciones era el acuerdo que tenia pactado con su mentor sentimental.
¡El arroyo se llevó los sentimientos con él!
¡El arroyo que iba a venir!
Sabes lo mejor de él, sabes que nunca te hizo saltear la sensación de estar bien, nunca pensando en su ombligo, te perdona, te perdona todos y cada uno de tus detalles ¡te los perdona!, y te espera, cuando el arroyo venga por vos, él estará hundido allí, pero por las dudas, ¡corre!, ¡corre que el arroyo está por venir!