Me fascinan los pájaros
y sobre todo los admiro,
tienen una paciencia sin igual
y son muy creativos;
en cualquier lado
construyen el nido,
según su ambiente natural.
En el agujero del tronco de un árbol
en el fondo de mi jardín,
hizo su nido un periquito
le gusta picotear la corteza
en busca de larvas de insectos.
Es de color verde, con la cabeza amarilla
la espalda suavemente ondulada,
el color los permite camuflarse en la vegetación
para guardarse de los depredadores.
En captividad han creado nuevos colores,
los hay azules, con tonos grises y violados
alas perladas, arlequin, albino.
Con su pareja de vida construye el nido
de materiales variados, ramillas, yerbas. musgos,
muy suave mullido e acogedor
para criar los pollitos que llegarán.
Lo que más me impresiona,
más admiro,
es la reacción del ave
ante las adversidades,
la inclemencia del tiempo,
una tormenta,
la maldad del hombre,
que destruye ese nido.
Ese nido que con tanta paciencia,
día tras día,
fue construyendo sin descanso,
recogiendo los materiales apropriados
a veces desde muy largas distancias.
Y de pronto todo ese trabajo arduo
queda arruinado,
destrozado...
¿No les darian ganas de llorar, de gritar,
de desgañitarse,
de patalear de la rabia?
Pues nada de eso,
el valiente pájaro,
no tiene tiempo que perder,
sabe lo importante que es construir
el nido para poner su nidada,
y vuelve a empezar de nuevo
una y otra vez
piando y cantando
hasta que anida.
Un lección de vida para todos,
un desafio, perseverencia,
no pierdas fe,
enderézate,
vuelve a empezar,
recogerás tus frutos al final.
Merche DemBar
14.5.11
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