De la riqueza de vuestro amor
tengo las manos llenas. Es de oro ya la sangre que hacéis correr por mis venas.
En mi tierra crecen tranquilas
las raíces de vuestra alma
y sus frutos cautivos guardan
los puños que la abrazan.
En aguas de mar sin mancha,
como lienzos sobre aras,
navega serena mi barca
con vuestro emblema de esperanza.
Es el aire que respiro
la pureza de vuestra calma
y el viento que me acaricia,
vuestra seda en manos de plata.
Tesoreros, fieles amigos
del caudal que me acompaña:
La tierra, la mar, el aire
y el amor que mi pecho abrasa.
Cómo no amaros el corazón
si totalizáis mi alma…
He de quereros hasta después...
Del después que la tierra tapa.
A mis hijos