Como esos días de un norte perdido
Con una brújula rota y descompuesta
De pisadas dejadas en todos sentidos
Cuando el destino mira pero no contesta
En sueño arrebatado por las pesadillas
Pensamientos que recorren madrugadas
En la piel incrustadas molestas astillas
Con el mañana se entrecruza la mirada
Como las palabras, de voz, despojadas,
Desprendidas de los labios que las dijeron
Como el andar incierto del alma gitana
Dilema de quienes mil tierras recorrieron
Árbol que no halla el inicio de sus raíces
Preguntando si acaso en verdad existieron
Como pintura que empieza a desteñirse
De irreales tonos que nunca la cubrieron
Es perfecto ejemplo la pequeña hoja
Que nace del árbol al que llama hogar
Y del que el viento repentino la despoja
Para hacerla recorrer un inhóspito andar
Como un inicio que no es más que eso
Un génesis que no se marca en el alma
Un origen al que no reflejan los versos
Un comienzo al que el caminar no encarna
Ni vestigios del puerto del que ha zarpado
Con perdido anclaje la navegante barcaza
Que en su madera no muestra rezagos
De las manos que edificaron su carcasa
Como una sombra que no encuentra cotejo
Con aquel objeto que hace surgir a su ser
Como el deslindado movimiento de un reflejo
Que al ver su origen, cambia de parecer
El arlequín cuyas cuerdas hallan final
En las propias palmas de sus manos
Como el fantasma que siempre fue tal
Como aquel joven que siempre fue anciano.
Andrés Ruiz H.