Una estela de caminitos
se vuelca sobre una taza,
que se oculta entre los besos
del corazón que abraza
el amor que se consume
en los ojos que callan
los gritos desesperados
del campo de batalla.
Aunque vuelen los cisnes,
aunque vengan palabras,
nada sosiega el silencio
que con paciencia labra
la estela de caminitos
volcados sobre una taza.