Pálidas las notas que se resbalan,
tenues son los roces del destino…
Cálidas las gotas que fluyen raras
por la faz, por el corazón sin latidos…
¡Ahora entiendo a los que escapan!
Se ha vuelto cierto aquello temido…
Borbotea la tinta por las calladas
notas que se resbalan por el oído…
Roza, tenue el destino, las palabras
que también se vuelven extrañas,
que, en la distancia suenan distinto.
Parece que las caricias no se han ido,
parece que la sonrisa aún espanta
a los dolores que el tiempo ha traído.
Vuelven, siempre, las gotas aún raras.
Arde la mirada como injusto juicio,
como brasa, como tormenta helada,
arden las palabras y los sentidos…
Los recuerdos, los días y las cartas
disparan en mi contra y yo sin armas
Quema en la garganta el desafío
que nos impuso la vida derrotada,
que nos orilló al rumbo mezquino
de la distancia agreste, desadaptada.
Conspiración inerme al pensativo
torrente juvenil, nueva alborada,
que recuperó nuestros designios
una mañana fresca, improvisada…
Cuando a la vida algo tú reclamabas
y yo regresaba luego de haberme ido.
Pálidas las notas que se resbalan,
Rozagante, sin embargo, el compromiso…
Pálidas las gotas que se resbalan.
Ardiente tu mirada late en mis latidos.
Ardua la distancia descontextualizada,
Más arduo es el amor, hoy que te has ido…