Ella sólo quería un pretendiente
quizás un hombre con quien platicar,
y me tenía la vida incierta
y yo suspirando por mirar en sus ojos bellos
una luz dorada que me dijera te quiero,
de sus labios de rubí sólo salían palabras vanas
y yo de ella una religión inventé,
mis calzados se gastaron
trasladándome de mi casa a su ventana
y ni un asomo de afecto se asomo por su balcón,
hoy ruego a Dios me quite este sentimiento
que se convirtió en tormento,
porque jamás vi la luz de cielo en sus ojos negros
y sólo pude experimentar la desidia
de sus besos huecos.