Desperté en un extraño mundo
o no sé,
quizás otra dimensión.
Un mundo en escala de grises
que no tiene color
ni palabras, ni ruido,
sin miedo ni futuro,
ni esperanza ni soledad
un mundo repleto de nada.
Esas eran las sensaciones al despertar.
Caminé sin destino.
No importa cuanto,
no había distancia ni tiempo.
No sabía donde o porque estaba ahí
pero no estaba solo
había otros deambulando,
no intenté hablar con ellos,
No al principio.
Al parecer yo sabía que no podrían decir algo,
eso pensaba,
cuando vi a un buen amigo,
me lo topé de frente y le pedí ayuda,
pero me ignoró,
con una cara de "arréglatelas solo"
se alejó.
Desconcertado, confundido
pero sin miedo,
miré a mi alrededor.
No era una explanada
era un edificio, de concreto,
de mas de cuatro plantas,
mas no estoy seguro del tamaño.
Con escaleras y sin elevador,
había un Cogliostro en una esquina,
sentado, tranquilo.
Absolutamente ninguna otra decoración
que las paredes lisas pintadas de blanco
un blanco que lucía grisáceo.
Cuando empezó a agobiarme tanta calma,
tanto nada
y reparé en mí,
empecé a Inspeccionarme:
tenía ropa,
ropa gris todo era gris,
una camisa de manga larga y un pantalón,
ningún otro accesorio.
Me llevé las manos a la cara para revisarme,
no había nada extraño
tampoco en el cabello.
Pero en mi inspección
revisé mis manos,
me impactó lo que descubrí.
Un par de cicatrices en mis muñecas,
gruesas, de heridas profundas.
Me suicidé
ayer morí.
Lo descubrí esta mañana.
No lo puedo creer
y estoy devastado.
Yo quería vivir.