Con cuanta ternura te amaba
te cuidaba
te mimaba y acariciaba
y tú religiosamente me odiabas
me ofendías
me despreciabas
no miraste la ternura que hay en mis ojos
los poemas de caricias
que mis manos te entregaban
ni miraste muchas cosas
como el sol de la mañana
ese canto de las aves
y el color de las manzanas
mis versos ya no enamoraron a tus ojos
ni a tus dedos vagabundos
a tus labios temblorosos
ni lograron tocar màs tu corazón
por la religiosa terquedad
esa que a diario empleaste
para alejarte de mi vida
de mis brazos ya cansados
de mis rimas suplicantes
hoy me encuentro desdichado
atrapado
en la nada de la nada
y por eso sólo por eso
hoy que se murió tu amor
lo enterraré sin honores
en una fosa común
del panteón de mis recuerdos.
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© Armando Cano