Una vez te busqué en las estrellas rutilantes,
en los terrenos baldíos y agrestes
a donde se pierde el horizonte,
hasta donde el sol se esconde.
¿Cuántos pasos di? no lo sé…
¡Cuántos días divagué!
con mis pies agotados y encarnados;
por seguir unas huellas inexistentes.
¡Hoy, me doy por vencida y no te busco más!
Para qué buscarte si no he de encontrarte.
A un sitio inexprorable te remontaste...
a donde yo no pudiera alcanzarte.
Huiste de mi, a ese lugar en donde
la naturaleza es muerta,
en donde no existe nada
que pudiera recordarte,
allí, en donde mi voz no pudiera tocarte,
en donde mis labios no pudieran besarte,
allí, en donde mis manos no pudieran acariciarte.
Lugar en donde no entra la luz a mis pupilas,
invadido de penumbras fantasmagóricas,
agujero negro donde no puedo hallarte,
lugar putrefacto con olor a muerte
y a humedad maloliente…
¡Si!... huele a muerte... porque
tus sentimientos perecieron
y quedaron sepultados
bajo las ruinas de tu soledad.
Nada puede hacerse ya...
la parca no da un paso atrás,
ella está vigilante
con su guadaña de acero fundido...
¡Siempre adelante…siempre adelante!
Descansa, si es que puedes,
bajo los escombros de lo que un día
fue un jardin florecido...
descansa, sobre aquellas rosas yertas
de pétalos amarillentos y entristecidos.
En unos instantes me habré ido
con el corazón adolorido.
¡Sangrará! si… es muy probablemente
que las heridas tarden en cicatrizar,
pero al no verte más, las heridas sanarán,
tendré un renacer crepuscular
y un nuevo amor a mi vida vendrá,
la calma podré conservar
y la felicidad en mi alma
se anidará una vez más...
y, de ti… ni un recuerdo quedará
que me incite a volverte amar.
Felina