Después de la lluvia
el sol hace que tus membranas
aspiren ensoñaciones.
Después de un ocaso entrecortado
los litros de lágrimas caminan por las avenidas
del abandono, allí donde los vagabundos
cazan obviedades con sus abatimientos
de ida y vuelta.
Después de la lluvia
la fosforescencia se convierte
en una mano de fuego acelerado.