Son sus brazos imperceptibles a los de ella Cual si fueran lazos de mimbre gruesos Como si quisiera sustraerlo de por vida Tan agresivos, tan monótonos. Y sus labios figuran tiernos a su sombrío amanecer Como si ella quisiera atarlos a los suyos Sin contemplar, sin animar si quiera el oscurecer Triste, sumiso, de ella y no mío. Son sus piernas flacas, desenrolladas a las de él Tan solo la sublime alegría del fallecer Envueltos en nada, en sus blancas sabanas Son solo relatos del atardecer. Y lo recuerda… lo sabe Que de mis brazos cual lazos de seda Delicados, finos; no podía marchar Apretados de manera natural casi irreal. Son sus deseos fingidos, su manera de torturar Los dedos afligidos que de ella no puede apartar La manera de comparar, lo que le hace dudar Y en volver no puede pensar. Mientras desenvuelve el mitómano Replica auxilios desesperados Con sus sonrisas sutiles y mentirosas Devuelve el pasado. Declama furioso poemas Regala desnudo rosas Es oprimido por lazos de mimbre Y aun retiene a las nereidas de su sed. Disuelve el pasado en gotas que ella sudo Retomando su cuerpo sin ninguna pasión Olvidándolo y teniéndolo a su entera disposición. Rechazándolo, amándolo en cualquier ocasión. Son sus frágiles amoríos lo que le hace añorar Sus sentimientos hundidos y la falsa idea de amar Que de mis lazos de seda no podrá escapar.