Tengo que pedirle a Dios más tiempo, veinticuatro horas son insuficientes para vivirte diariamente, una vida entera también lo es, no llegaría a la mitad de lo que eres, como un cometa sin sol, mita ido, mitad venido, con grilletes. Eres la tierra que habito a medias, la mitad del cielo que veo, la mar que a penas limita con mis ojos, eres la dueña de mi acción, el pensamiento reo en la cárcel de mi inacción ¡Si! tengo que pedirle a Dios más tiempo. Dormido te sueño en la oscuridad de mi alma ¡profunda! pero también es insuficiente, así como tus palabras de cantos húmedos, tu voz de acero bondadoso, tu cuerpo estupefacto de llameantes sabores… no llegaría yo a la mitad de lo que eres. Sal, avena, trigo, mi osadía del pasado, oro y la plata del presente. Caen vencidas las constelaciones, querían tu presencia enfurecida y serena, caen como lluvia insatisfecha, como pequeños martillos catastróficos, queriendo romper el piso que te ata, inútilmente, así como yo, necesitando pedirle a Dios más tiempo. ¿Qué debo hacer? Que un segundo valga dos, que una hora sean tres, que una semana sume un mes, que un año no tenga orgullo y sean tantas vidas como años sean ¡amor! tengo que pedirle más tiempo a Dios.
LRL
23-5-2011