“En el alba de callados venenos
amanecemos serpientes.
Amanecemos piedras,
raíces obstinadas,
sed descarnada, labios minerales…
…Qué tierra es ésta?,
¿qué extraña violencia alimenta
en su cáscara pétrea?”
Octavio Paz (Entre la piedra y la flor)
Un poema campea en la roca.
Una roca arde hasta florecer.
Una flor fragmentaria e incandescente
rasga las venas del tiempo. Desgaja pétalos de sangre azul.
Un pétalo, hijo del tiempo, marchita. Se vuelve arena.
Un grano de arena dice la historia del tiempo desde el núcleo
centésimas de eternidad antes que el mar lo convierta en barro.
Endurece el barro,
dice la historia de un hombre. Hombre caverna de inviernos.
Un invierno se insinúa volcán poeta
para expulsar el pus del mundo.
Un mundo engendra arpías.
Una fiera cría los huevos de la serpiente
que sostiene al mundo.
Una cría engaña con la Verdad ,
Devora todo y arroja una piedra inmensa,
una piedra donde campea el poema.