Alma que de pena lloraba
alma que reía en su pena,
no quería llorar
su blanca pena del alma,
y de lágrimas ahogara.
A la luz del sol
cuando en su rostro brillara,
y cuando la brisa
su cuerpo acariciara.
Quería vivir y sentir
al alma en alegría,
al pasar entre adoquines
de flores en lirios y claveles de colores,
y rojas amapolas, al respirar reían
abriendo su fragancia.
El alma crecía y seguía
entre valles de arboles,
en sus frutos ofrecían.
Y con las aves sus alas compartían,
para que el alma en su blanca pena
nunca llorara, ni muriera,
y viera todo lo que en entrega
de amor existía...
Autora: Lucia Pastor
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