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Abrazo la lujuria,
lujuria de palabras.
¿Qué sería sin su embrujo
que adormece mi mente alterada?
¿Qué sería sin su perfume
que consuela al ojo lagrimoso?
¡Amo las letras clementes
porque su compasión es letificante!
Pero sé discernir
al melancólico del indiferente:
esas palabras vacías
provienen de plumas invidentes.
Aunque acaricien mis cabellos
o apuñalen mi corazón,
yo seguiré leyendo
esos poemas de amor.
Rodrigo Eugui Ferrari
Uruguay