Recuerdo la cadencia suave de esos pasos
que a mi puerta te llevaron sin querer,
fue un día cualquiera de sueños robados
cuando sentí un deseo extraño renacer.
Te vi en aquel paisaje de bella media tarde,
te vi perseguir promesas empapadas de ilusión,
allí te perdí de vista hasta que volví a encontrarte
al verte pasar detrás del velo de mi corazón.
Te perdí en lo alto del vaivén indefinido
de querer verte siempre otro poquito más,
te vi sin ambición en ese invierno sin abrigo
que inundó mis pupilas de tristeza sin igual.
Porque en tu mirar encontré una historia
y me atreví a vivirla junto a ti,
sin saber que sólo ardería en mi memoria
esa caída mortal de tus ojos sobre mí.
Me quedé armando mis sueños
cuando tu vida se fue andando sin mí,
te perdí después de que reinaste mis días
en aquel fugaz instante en que simplemente... te vi.
Ceci Ailín