Era aquella mi bella primavera
que cubría mi alma fantásticamente
y acariciándome apaciblemente
diome su miel para que bebiera
Saciaba mi sed, tendíame su manto
de verde pradera era mi lecho
el cielo celeste me dio por techo
diome el paraíso con todo su encanto
Mas frío de invierno llegó arrasante
hallome desnudo y desamparado
opaco mi cielo el sol ha ocultado
todo acabó su soplo sesgante
Hierba que fue jamás reverdece
valles son ahora desierto blanco
soledad infinita produce espanto
mi cuerpo aún vive, mi alma perece
Y era aquella mi bella primavera
que cubría mi alma fantásticamente
pero se apartó inesperadamente
me dejó llorando para que volviera