Con el vaivén de un claro de luna
un día me quedé adormecida,
sintiendo el fulgor de la noche
y tus besos haciendo derroche
en mi cuerpo como leña encendida.
Las paredes en su albura, observaban,
¡cómo nuestros cuerpos vibraban!...
¡cómo nuestra pasión se avivaba!
al tiempo, que el corazón se agitaba
y al unísono los dos palpitaban.
Con el aire lleno de fragancia
que los jazmines esparcían,
los que en la noche
el viento azotaba
y la brisa dispersaba ,
llegando a nuestra estancia
como una suave caricia...
Culminando así la entrega,
de dos seres que se amaron
y en un dulce remanso quedaron
envueltos, en sábanas tibias.
Felina
CON EL VAIVÉN DE UN CLARO DE LUNA.