A las doce
llegan las intolerables tinieblas
arrastrando consigo sus pesadas
condenas,
a las doce, siempre a las doce
se revuelcan mis tristezas
en la oscuridad de mi alcoba,
los vampiros de la soledad
me absorben las fuerzas
y no mueren las nostalgias,
siempre con precisión matemática
vuelve el verdugo de las doce
y entre las tinieblas de las altas horas
muere mi alma reviviéndola,
a las doce de cada noche
le entrego el alma a los recuerdos
y muero entre las sombras
ambicionando su hermoso cuerpo.