Cerraré los ojos y contaré hasta cien
Esperando que se escondan mis demonios
Me alejare de la lucha entre el mal y el bien
Y por las realidades no sentiré insomnio
Dejaré que el mundo se esconda de mí
Y para su tranquilidad le daré ventaja
En este juego hay que ser paciente y sutil
Pues la calma es la más preciada alhaja
Si no la tienes la equivocación te alcanza
Y en ella encuentras a la decepción riendo
El odio, en tu alma, se impregna, se engarza
Y la vehemencia, la victoria, va obteniendo
Paso a paso hay que recorrer el camino
Sorbo a sorbo hay que beber la existencia
Sin malgastar fuerzas queriendo ser adivino
Todo tiene su momento de pertinencia
A donde huyó el tiempo pregunta el anciano
Por que pasa tan lento cuestiona el infante
Todo en la vida parece basarse en reclamos
Vasija llena de inconformidad reinante
El ímpetu y el arrepentimiento reflejados
En miradas llenas de ilusión sincera
Que fallan en sentir al corazón tronando
Derrochando el momento en soberbia ceguera
Si el retoño conociera, si tan solo supiera
Que extrañará los días de ligereza en el alma
Esos días de felicidad sincera, verdadera
Esos días a los que envuelve la calma
Pero la tranquilidad debería permanecer intacta
Y eso lo debería saber el espíritu añejado
Pues si a su ser lo han despojado de la quietud
Es porque sus sueños de su andar se han alejado
Honda exhalación al llegar la cuenta cero
Cuando la reflexión en mí se ha agotado
Ya es hora de volver al único derrotero
Defendiendo las creencias en el estrado
Mejor que partir para recorrer al mundo
Es dejar que el mundo lo recorra a uno
Carpe diem hasta en el instante absurdo
Sin dejar escapar al momento oportuno
Tan solo un lapso de tiempo para respirar
Dejando que los latidos se desaceleren
Volviendo a mantener el más sobrio andar
Un instante para que mis fuerzas se recuperen.
Andrés Ruiz H.