26 DE JUNIO DEL 2004
Jamás había visto llorar a alguien como te vi a ti.
Tu dolor era el mío nuevamente, todo tú sigues siendo mío.
Pude gritar con esta mirada fijada a la tuya, que aun me mataba el que vieras así.
Pude mezclar tus lagrimas con las mías y sentirte dentro de mí por un instante hermoso y totalmente sincero.
Y pude en la más sublime y extasiante de las situaciones hacerte sentir que aun me importabas con la entrega total de tu cuerpo al mío.
Pude todo aquello, y no sé como fue, fue sumamente especial.