(esperar 9 segundos de la música para leer el poema)
Enfilado a un destino de fin del mundo,
entre ángeles negros y la boca sin puerta,
encomendado a lo brígido de lo oscuro;
en ese lugar, apareciste luz como estrella.
Absorbido por el descontrol de lo frío,
entumeciéndome el sadismo de ser nada,
castigado con el dolor de amor vacío;
de todo eso, me rescataron tus mañanas.
Accionado en flagrante cotinuidad pura
sin límites de espacio como en su duración
con certera esencia de comer mi pulpa;
sobre este evento, impusiste tu sanación.
Locuaz efervescencia, invisible e inerte,
sustanciandose en mi espíritu sin dificultad
sentimiento que se evaporaba lentamente;
allí, tu paso de vida, le brindó oportunidad.
Volviéndose el más agnóstico un creyente,
resucitando lo que era final como algo nuevo,
donando sangre cuando rondaba muerte;
así hiciste con mi vida, este nuevo comienzo.
Vito Angeli