Tras las cortinas aguarda,
ineludible espera,
aquel desamor venido
por mujer altiva
atrapada en sentir ufano,
que desprecia mi lengua,
y destrona de sus días
la amplitud que se complace
con mis yemas,
cuando ellas se deslizan
por su torso,
táctiles bendicen su cuello
y peinan sus cabellos,
mientras la acarician fluyendo
desde el núcleo de la tierra
hasta el arrabal,
cual es parque,
donde se halla el columpio
ofrecido en la idílica tibieza,
de una noche crecida,
en que la luna tendiéndolo
se nos acerca,
para que a una
nos columpiemos agradeciendo
el plateado de sus dos caras;
y deseosos del intercambio,
animados ahondemos,
entremezclando
desrazonadas razones,
que corren sensitivas e intensas,
tan alocadas como reales,
como verdad, por nuestras venas.
Mujer que fuiste mi amor,
y esquiva, hoy me rechazas,
apareció como bastardo el desamor,
el que arropa aquí estos versos,
pero no lo dudes,
también es principe,
sangre noble, que nos indica,
cual nos ampara.
318-omu G.S. (bcn-2011)