Sin el aire que mueve las cortinas de tu ventana,
no sabrías que cantar como para darle lugar al tiempo.
Sin la luz que trepa desde el suelo,
no tendrías la claridad necesaria
para ver más allá de lo expuesto por los hombres.
Sin el agua que escapa rebelde desde tus ríos,
no tendrías quien recorriese tu piel,
como tratando una caricia.
Sin el fuego aquel que come el gas de tu cocina,
no tendrías quien te abrigue de las lagrimas que regalas en vano,
y que para mi son capases de vernalizar cualquier instante.
¡OH! mi Peteribi!
¿Qué serías hoy sin eso?
¿Con qué llenaría mis versos?
¿Y qué sería de mi inspiración?