Perdidos entre los escombros de la vida
vamos recogiendo los restos que nos van quedando;
perdidos entre el espanto de la muerte
vamos construyendo –acaso sin saberlo-
otro momento para llamarlo mañana.
Cesaron los trinos y las campanas tañeron
casi llorando a tragedia y desconsuelo;
solas quedaron las godetias y pensamientos,
solas las gardenias y el clavel del poeta.
¿Donde mirar que una pena no encontrar?
¿Dónde acudir sin un lamento recibir?
¿Dime donde una sonrisa, una esperanza,
una ilusión indemne escapada de la desgracia?
Son momentos de desconcierto
dejados por los arrebatos de la tierra
que a nuestros pies se despereza;
corazones sobrecogidos escondidos en un puño;
voces que callan y esperan
otro silencio partido por un rugido que hiela.
¡Calla! ¡Calla!
calla que oiga la vida,
que quiero sentir su alegría,
que quiero convertir la paz del silencio
en el Himno del nuevo día.
(Jpellicer)