Las risas… inundan el cielo, el aliento de una marea revolotea… en la brisa, miras las avenidas… caminar sin personas, mientras empapamos de luz el rocío… del que nos vestimos… para nadar en los ojos abiertos… de la luna.
Un navío… pretende dormir… en las ansias… de los deseos del eco… que aguarda, todos… cruzando océanos… de regreso a casa, magnetizando una lluvia… al despertar de la noche.
Se nada… en las calles y aceras, las ondas transparentes vibran… desde un remolino inerte, y la lógica… ya no es ley, soñando en elevaciones… sin gravedad que añore el suelo.
Tu tacto… ya no llora… los respiros se inspiran, se reclina el amanecer… hasta desvestirte por dentro, para columpiarse… en alas de trascendencia… impregnadas de vida.
Destellos… de viento… riegan la imaginación de los sueños, donde brotan… las lágrimas enjuagadas… entre ventiscas de calma, reflejos… saliendo a flote… en los pies de escarcha… que van… buscando la posdata… dejada por aquellas sinfonías… inaudibles.
Siento la resonancia… de espejos líquidos… inhalados por el tiempo… que los resalta… cuando el pulso enmudece… a las tersuras, bajo ventanas que se asoman… sobre marcos de alba… desbordándose, ante nubes cansadas… que encuentran su rostro.
Escaleras se embelesan… descendiendo… tejiendo sus brazadas… hacia una tierra de goce y asueto, deambulando en rededor… de transeúntes casuales, dejando a sus pasos translúcidos… aún más pulcro… el asfalto platino.
Pasean desprevenidos… mis suspiros azules, desanudando las penas… que jamás existieron, derritiéndose nos acarician… las aguas de esencia, a la superficie de las luces… precipitadas desde un árbol… con voz de olivo… que logra enceguecer… nuestra intacta piel.
Hablándole… a las partituras de un trino… descolgadas del vuelo… deslizándose… en suave caída, hasta abrazar una almohada… hecha de pastos de seda.
Algunos susurros… ceden... con palables figuras bellas... en las manos, nos convertimos en hacedores… de aguas lisas esculpidas… como pajarillos de madera… risueños.
Estoicas criaturas… de la profundidad inefable… de ilusión insondable, con albores dormilones… despiertos.
Viajan… pero no se marchan, incontables residentes… de la existencia, esbozando sus perlas… auténticas.
Relojes… despertadores silentes, hacia la elocuencia fina… especie endémica… de tus pensamientos, y como natal sosiego… vuelven las presencias al aire… de toda la gente… murmullando poesías.