Hijo amado…
estuve triste,
no sé dónde estás
mi voz esta arrugada
secuela de una madrugada fría e inesperada
mis ojos cerrados
que evitan ver mi llanto,
mis oídos sordos
que solo desean escuchar tu sonrisa
y para nada mis suspiros húmedos y tristes,
mi pecho que te defiende del espanto
y mis brazos que abrazan tu sueño en silencio.
A dónde te llevaron?
por qué, te apartaron de mí?
ahora, quien inventa canciones para ti
quién hace de su laringe una marioneta,
para ver volar tus sueños,
para verte sonreír,
junto a Valia la mariposa azul
junto al caballo Jack,
aquellos del cuento
que de tu hermana robé para ti.
Correr y correr,
hacia la tía ajena,
hacia la tía Eli que lleva en su mano un clavel,
la que los sábados era la tía Eva
pero que nunca dejo de ser, la tía Maribel
y que tu corazón inocente y libre ama sin saber,
como te ama la “Princesa guerrera”,
que antepone su espada,
para defender tu piel,
Ahora los peluches,
se niegan a respirar,
ya no quieren hablar,
sin ti, los veo, no quiero y los vuelvo a ver,
me recuerdan la Rinoadenoiditis
del otoño del dosmildiez
que no! logro olvidar,
tanto odié aquel virus durante tres noches sin cesar,
por tu dolor, tu fiebre y la horrible disnea,
que la ciencia no pudo fácilmente derrotar..
Tús lágrimas y la mías se juntaron,
y en la almohada un río formaron,
por no poderte curar,
por mi impotencia
y tu angustia tan mustia y
por mi fe resquebrajada,
por mi blasfemia sin perdón
por mi desesperación sin esperanza
por finalmente descubrir
que un simple, ser humano soy.
Ahora, mis brazos extendidos,
sin cansancio,
que abrazan tu ternura y emoción
como el hombre de Vitrubio
inerte me quedo sin razón.
Te espero hijo amado,
como espera el verano al sol
como espera la flor a su primavera,
serán los días tan pocos
pero nuestros mágicos momentos no tendrán fin,
jugaremos, con la “Princesa guerrera”,
con los pollos blancos de la abuela
que te gusta tanto contemplar,
alimentar al pez naranja
regar los árboles
que al final del invierno ayudaste a plantar
defender a Teddy de Trompìn
y jugar con todos los peluches que quieran hablar.
Estas imágenes están tatuadas
en nuestros corazones,
en nuestros huesos,
en nuestras médulas
y mas aun en el espíritu,
de donde nadie las puede sacar,
entonces venceremos a la distancia,
a los dragones y demás…
Te espero con mi voz renovada y limpia
ya sin humedad en mis ojos,
mas bien tengo para ti
un canto de esperanza…
un cuento trillado pero nuevo
de la “madre gallo” y su huevo,
con mis brazos fuertes que no te dejarán caer
para abrazarte y decir que me “cuides”
ven hijito lindo…que tu “papito” entrega la vida por ti.
Por: Arturo Zárate Curi
Escrito antes de empezar la primavera del 2010., Jueves 16, 00.30h
Porque estuve aquì desde lejos y alguien no permitió que estuviéramos juntos, por influencia del mal que manipula los espíritus anémicos y exánimes, ejerciendo dominio en ella, y haciendo que tales decisiones impidan que un padre y su hijo sean ellos mismos.