Gauguin fue un francés
banquero y aburrido
con una esposa e hijos
y una vida sin interés.
Un buen día se marchó
a Tahíti
una isla sin retorno.
!Que bochorno por Dios!
estaba loco.
Poco a poco fue llamado
a pintar sus acuarelas.
Una playa y la serena
faz de una mujer nativa
fue su dicha y compañera.
Su pincel mostró la vida
de esta isla tan distante.
Por dos panes
sus afanes de pintor fueron colmados.
En ese tiempo
comerciantes desalmados
le cambiaban por sus telas
cualquier cosa,bagatelas
para mantenerlo vivo.
Su pintura fue el motivo de vivir.
El pintó sin ser esquivo.
Dicen que un día enfermó
de venérea procedencia.
Decadencia y defunción
para su magnificencia.
El vivió para pintar
y sus cuadros a la par
le han dado la razón
por belleza y excelencia.
Este caso no es uno
ya son muchos
con las mismas consecuencias.
Es el arte y su llamado
que en parte
(y decirlo es oportuno)
nos irrita la existencia.
Es la esencia
la que tiene que pagar
por buscar la trascendencia.