TESORO CLANDESTINO
Soslayada tu mirada, ya en acecho
sobre el bulto dormido de mi ropa,
giro mi mano, lentamente, hacia tu popa
quisiera, erecto, ponerlo entre tu pecho.
Tu boca lo sostiene, más estrecho,
tu cuerpo esbelto lo cabalga, lo galopa,
su blanca miel tú libas y sirves en copa
para calmar la sed sobre tu lecho.
Mi corazón te pide otro camino:
abierto esta el destino, bien lubricado,
de mármol es su apoyo, blanquecino.
Perdona mi pedido, si estoy equivocado,
al explorar tu tesoro clandestino,
con mi caballo sin riendas, desbocado.
Guivel