5/Dic/2004 6:12 p.m.
La vi, ella lo observaba, el estaba ahí, tocando su guitarra.
Los ojos y la sonrisa de ella parecían los de una madre orgullosa, y nada más importaba en ese momento.
Sonreía aliviada, sin ninguna preocupación, y todo el mundo se borraba, el universo era blanco y sólo estaba él sentado, con su guitarra, cantando con el corazón, se olvidaba todo el pasado, era como estar en un trance.
Por momentos sus miradas se encontraban y danzaban juntas en un baile de palabras silenciosas, ver eso era todo un espectáculo.
Transmitían algo, había a su alrededor una burbuja de energía blanca que envolvía todo el ambiente y lo empapaba de un dulce sabor.
Para ella, él brillaba, era lo único que existía en ese instante; para él sólo existía su guitarra.