Contemplando… cómo ara el silencio… el horizonte descalzo, acompañado solo por latidos… de hojuelas de cielo, donde la lluvia estará dormida.
Rostros derramados... brillando como estrellas que gimotean… esperando una caricia, frente a una sonrisa de esencia… que lagrimea, bajo una carcajada fina… en su mirada, esparciendo el aire… está un bostezo que se admira, a la delgadez… de su tímido susurro… barnizado de viento.
Sollozos lindos… acurrucando la caída de tus cabellos, diluyendo sin premura… las pestañas de la noche, inmersos sobre un sonido… que degusta nuestras manos.
Oyes a un delicado capricho… recortando sus paredes… a lo lejos, preparándose… para cuando llegues, envolviéndose… en sus labios que fluyen inertes, para ti… solo para ti.
Suenan los luceros agotados… mecidos por el aliento que los impregna… de crepúsculo empañado, donde sueña el eco nocturno… surcando una brecha luminosa, allí… hacia un encuentro taciturno, ocultándome… a través del firmamento.
Estaré esperando la claridad piadosa… de mejillas opulentas del sol y la luna, llamándome posados con destellos parlantes… desde la distancia… en una semejanza afina.
Cuando aletea el tacto del agua… solemne y disperso, mientras la brisa se escapa… para visitar el cristal resbalando en tu mirada, aguardando… tras la ventana de oxigeno tejida… con tus dedos.
No hay distancia… para la inocencia devota, que se desvive acariciando… a un ilusionado suspiro… que puede sentir.
Luciérnagas… sensibles, implorando que las protejas… con tu bondad de porcelana y tus ruegos esculpidos, recogiendo la espesura… de tus cálidas palmas dormidas… con el anhelo.
Se recuesta la luna… dibujando tragaluces de ensueños… sobre tu habitación, teñida de calma y algodones… sorbiendo la brizna en su tizne azulado, mirando como caen las gotas fundidas… desde las yemas incoloras del tiempo… que espera.