Con un beso comenzó el instante aquel,
donde al fin nuestro amor
impregnó nuestra piel.
Aquella habitación, habitación de hotel;
iluminada con luz infiel,
pétalos de adiós
y sábanas de dolor ,
es la reminiscencia fiel
del dolor de niña y placer de mujer.
En un ósculo
entregamos nuestros cuerpos,
en un suspiro
penetramos el crepúsculo.
Te sentía tan fuerte,
nos abrazamos desnudos,
las pieles ardientes,
y los besos, cuál nudos
de lumbre candentes.
Calaste mi virginidad;
una lágrima de dolor
se sumergió en tu silueta,
y en un envolvente ardor
sentí el placer...
la penetración completa,
el deleite de mujer
fundido entre sexo y amor.