Solo en el portalón de mi nave,
miro como las olas vienen y van,
besan los fierros fríos,
y sin decirme nada... se van.
El frío zumba pronto en mis oídos,
y hay un silencio total en los sollados,
las olas serpenteando la grandeza,
besan los fríos fierros y se van.
Paseo sin cesar de proa a popa,
de popa a proa, vuelvo a mis pasos a recoger
y mirando que nada cambia,
miro las olas que vienen y van.
Hay ruidos extraños que traen las olas,
hay aves que apenas continúan su vuelo,
y aquellas luces que vislumbro a lo lejos,
son mudas testigos de las olas que vienen y van.
Un velero entonces rompiendo va las olas,
un ave cansada a posado su vuelo,
y ese frío intenso que en el mar habita,
agita más las olas que vienen y van.
Como quisiera ser en esta noche bella,
el ave que cruza mi eslora total,
para ir en busca de mi bien amada,
sobre las olas que vienen y van.
Pero es un axioma lo que está sucediendo,
o es un espejismo en la oscuridad,
a mi bien amada la veo llegando,
sobre esas olas que vienen y van.
Ahora no estoy solo en mi portalón,
mientras otros duermen, yo y mi amada,
de proa a popa y de popa a proa,
vemos a las olas que vienen y van.