Así fue como te encontré,
bebiendo el té;
tú silueta abrigada
era derroche de frensí
que a mi piel extasiaba.
Tú efluvio capulí
inundó mi respirar
y tú corazón sensible
en cada palpitar,
cuál melodía inconfundible.
Déjame amarte
en tu realidad,
en tus temores
y pasiones.
Déjame ser tuya,
permítele a mi alma
pertenecerte,
a mi amor
adorarte
y a mi cuerpo
tatuarte.