Alcides Caballero

CARTA A MI ESPOSA

CARTA A MI ESPOSA

Hay luz en la ventana, y, de inmediato se piensa que hay alguien en casa, no está vacía; igual me pasó contigo, cuando te conocí, me sonreíste  con esa misma luz, indicándome que dentro de ti, había un corazón palpitando por .

Cómo quisiera volver a ese tiempo cuando sin más preocupación que terminar mis tareas del día, soñaba con verte una vez más para gozarme con tu humilde cariño y vibrar con la sonoridad del afecto jovial, ver tus ojos adormecerse por la suavidad con que mi alma te cantaba cancioncillas de amor y esperanza, ¿Te acuerdas?

Entonces, el mundo, parecía pequeño para los dos, sobre todo, cuando me decías que tu amor por , jamás disminuiría y te di, por ello mi corazón, con la esperanza de tener, por siempre, el dulce consuelo y la solicitud considerada de alguien que es capaz de amar hasta la muerte.

¡Cómo fuimos dichosos al sostener por primera vez a nuestro primer hijo, para nosotros, un ángel  de hermosura, delicadeza y candor; eslabón de Dios que nos unió para siempre y fue el pilar que sostuvo, y sostiene aún, nuestras vidas.

¡Cómo quisiera volver a vivir contigo en aquella simplicidad y pobreza que nos hizo comprender la magnitud de un cariño noble, desinteresado y maravilloso, venido de lo alto por el que nos volvimos mejores y acrisolamos el sueño en un futuro mejor.!

Ahora, esposa,  que han pasado los años y el dolor nos causó las heridas precisas y profundas para aprender, cansados y adoloridos, nos vemos en silencio; tú, desde tu hermosura, y yo,  desde mi soledad, esperando consuelo en tu ternura.

No terminaría jamás de agradecerte por las tres florcitas con que adornaste mi vivir, nuestras hijas, quienes llevan en su sangre una fuerza divina y generosa que me impulsa a continuar.

Porque quien ama, como yo, observa y se inspira en  la íntima delicadeza y finura que una vez llenó mi existencia, y resplandece, avasallando tiempos aunque el cuerpo languidezca y vaya, lento a su final…y, como el amor es eterno, ruego a Dios nos dé, alguna vez, en su reino celeste de paz, un lugar hermoso donde terminar de construir el hogar que siempre soñé para ti.

Tu esposo.