Alberto Angel Pedro

A unos ojos verdes

Vivo yo agonizando y agonizando vivo,

cuando unos ojos verdes, ¡hermosos me miran!

y mi ser se estremece, ¡parece que expira!,

¡por esos ojos verdes, de un color de olivo!

 

 ¡Esos ojos verdes, de un febril destello,

casan con el oro rubio del cabello!,

logran que resalte todo en su contorno:

¡Los labios sensuales, el nevado cuello,

las mejillas frescas, delicado adorno!                       

 

En ellos convergen piedad y ternura,

¡son gemas lucientes, mi ansiado motivo!

No sé ni por qué mis colores se mudan,

las manos se mojan, la frente se suda,

¡por los ojos verdes, de un color olivo!

 

No existe mirada, diré con arrojo,

que pueda igualar su radiante hermosura,

¡ni existe en el mundo otra bella criatura

que tenga tan verdes sus gráciles ojos!

 

Esos ojos verdes, de un color de olivo,

irradian ternura, ¡colosal influjo!;

desde que los vi, soy de ellos cautivo,

como lo es el mar del sutil reflujo.

 

Esos ojos verdes, del color del jade,

tienen un misterio, un  enigma grato; 

la pasión ardiente de un deseo insensato,

una paz inmensa que mi ser invade.

 

 ¡Cuántas noches dulces he pasado inquieto!,

escribiendo, a ellos, mágicos sonetos;

esperando ansioso el anhelado arribo

de esos ojos verdes, por los cuales vivo. 

 

AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO.

 

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