Navegando por su Cielo,
e inventando con sus pies otra vida,
su mejilla, sembrada de arrugas de paciencia,
sentía una, pegada junto a la de su amada;
navegando por su cielo esclavo del recuerdo,
se dejaba llevar tranquilo
con la calma del que sabe - sabio de la nada -
que la muerte le acompaña.
Son sus días lienzos vacíos pintados de miradas;
mares soñados sin azules con olas esperando
los vientos movidos por la fuerza del corazón;
sus noches campos esquilmados,
donde escapar parece imposible,
donde llegar sin rumbo ni destino
a otro final que parece principio…
principio de todo lo no pedido.
Navegando por su cielo,
dejando atrás los vendavales de la indiferencia,
vuela el que ama
con la mirada colgada en el mañana,
arrastrando, ahogado de la pena,
el recuerdo de su amada,
desdibujado aquella tarde de otoño
donde sus ojos, candilejas de vida e ilusión,
se cerraron para siempre,
dejando un beso perdido, un gesto callado…
un silencio que lo invade.
(Jpellicer)