Fatuo corazón,
¿por qué me enredas en falaces promesas de amor?
Si tú sabes tan bien como yo
que todo es mentira e ilusión,
que no hay una pizca de verdad
bajo esa apariencia de realidad.
Lego corazón,
¿por qué me nublas la razón?
Si tú sabes tan bien como yo
que no hay placer sin dolor,
que no hay pecado mayor
que dar engaño por amor.
Torpe corazón,
¿por qué siempre caes en la tentación?
Si tú sabes tan bien como yo
que todo es palabrería y adulación,
que lo que llaman verdaderos sentimientos
no son más que falsos presentimientos.
Terco corazón,
¿por qué me llevas a la perdición?
Si tú sabes tan bien como yo
que no hay compensación
para tanta angustia y desazón,
que a la efímera delectación
le sucede un largo resquemor.
Tonto corazón,
corazón tontorrón,
con razón te conocen como músculo del amor,
pues lo que tienes de vigoroso,
también lo tienes de simplón.
Corazón impío,
con una corazonada le pregunto a tu albedrío:
¿eres amigo o enemigo?
Te lo preguntaría con el corazón en un puño encogido
si tuviera la certeza de que aún eres mío.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.