Doncellas envueltas en pecado,
deseo atroz e incesante del hombre,
carnal seduccion al encuentro,
de dos apasionados al hambre
febril que adorna tu bello rostro
al encuentro y entre lumbre
que cubre por completo el deseo.
Es poco el amor destilado de tus
mortíferos y jugosos besos
llenos de la flamante, efímera luz
que guia en la oscuridad mis ojos
mostrando caminos aparentes
a la fragante sustancia de la
hermosura de la vida ardiente,
que realmente lleva a la soledad,
olvidando el calor consiente,
del dulce sueño que se tuvo,
alguna vez en cada mente,
cuando jugueteaba infante y mantuvo
la sabiduría que de grande
se convierte, en solo un recuerdo bruto...
Pero todo esto...
Tan solo es mi pensar...
Carlos R. Barrera