Cuando la pasión
De un alma humana,
se ilumina
por anhelos de pasión,
se estremece
al calor del devaneo,
en inexcusable
encanto del ardor.
Nunca olvides
la caricia del sentir,
cuando mimo tu piel
de cera virgen,
mientras el agudo
jadeo del sentir,
entre roces de luz
hambrienta exiges.
La ceguera
de calor alimentada,
con el ardor
esplendente de deseo,
se escarnece
de violencia soberana,
en la avaricia
necesaria del tus besos.
Miro tu esencia
de luz y encanto vivo,
con deseos carnales
de arrogancia,
presto el ansia
de acallar tu encanto,
con el aliento
que roza la esperanza,
de volver a ser
lo que tu anhelas,
con roces sublimes
de tu boca roja.
Marido y mujer
sabia experiencia,
dos amantes
sin veto del cariño,
enlazados de miel
y de romero,
entre espasmos
de sanos apetitos.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
4 de junio del 2011