Cuando el desvelo
es ecuánime
las madrugadas
cantan mi destierro
y la nostalgia se
inocula
en mi cuerpo
como un gélido
veneno
muy añejo,
acaso no puedo
escapar de ti?,
el cielo rebuzna
hostilidades
contra mí
y la noche
me revela su
coartada
a cada hora avanzada,
es el viejo
sendero
sin compañía ni
misericordia,
anatema de aquel
dios
que algún día
perdí,
el amanecer se
viene ya
y se acerca
la última estancia
de mi condena,
si no me redimo
ahora
puedo acabar
adorando a mi
antiquísimo cadalso.