La revelación de que nada era cierto,
me destruyó y me vi rendido,
nada sucedió como yo creía,
de mi delirio tu cuerpo había nacido
y lo vivido sólo fue una fantasía...
una ilusión.
Me aplastó la realidad sombría
de que estaba volviéndome loco,
habría jurado que fuiste mía
luego de secar las lágrimas de mis ojos,
pero tus besos, tus caricias
nunca han existido, estaba solo,
solo, perdido, engañado,
maníatico y desorientado,
pero lleno de esperanza, feliz...
feliz...
por el amor que yo siempre había esperado,
por sólo pensar que eras para mí
y que ahora por ti estaba salvado.
Nada de eso ocurrió,
lo recordé y lo di por hecho,
en mi cabeza todo aconteció,
la revelación dejó un vacío en mi pecho
al revivir esos instantes
como en verdad lo fueron:
Caminando en mi soledad,
en mi infinito dolor,
creyendo ser feliz
viviendo nuestro amor,
en mi naufragio
oscuro y desgarrador,
a ti me aferré
cuando perdí la razón;
tú eras de mi vida la mujer
que podía ser mi salvación.
Ceci Ailín