En luchas constantes entre su ser y el mío
Debates airados por una posesión etérea
Golpes invisibles que he intentado soslayar
Se llevan los bríos, cada vez con más soberbia
Aprovechándose de la indefensión que muestro
Ante aquel ser que conoce todos mis secretos
Atado a mi escritorio en un perpetuo arresto
Cada vez más cínico, sin sentido el ser discreto
Ya las lágrimas se han derramado de su urna
Ya las sonrisas se han roto, se han cuarteado
Oculto tras el último pilar que evita la luz diurna
Tras la barrera que impide que sea incinerado
Una mirada ferviente de la que desborda rabia
Un espíritu que todavía no acepta la derrota
Lo observo fijamente, mientras derrocha labia
Buscando ilusiones, aunque fuere en gotas
Como sentenciada a muerte, mi mirada vacía
Su sermón no encuentra de mi boca respuesta
Intentando engañarlo mientras busco razones
Recordando que los cazadores nunca desertan
Recordando que alguna vez sentí cálidos labios
Que derritiendo glaciares llegaron a mis mejillas
Recordando haber presenciado que existen sabios
Haber disfrutado y reído por cosas tan sencillas
Un disparo resonando en las paredes de la galería
Manchando el pasaje entre la muerte y la vida
No le hace justicia al conocimiento adquirido
Con las manos desnudas intento detener al olvido
Ante las mordidas que se llevan mi esencia
Que se alimenta de mis tesoros más preciados
Le busco a mi vida una especie de pertinencia
Para alejar a las fauces que me tienen acorralado
Entonces recuerdo que en el final del trayecto
No hay más que la recolección de lo recorrido
Una sonrisa verdadera invade a mi espectro
Es momento de cerrar un telón ya desteñido
Y mientras yazgo en la orilla de la desesperación
Escucho al unísono a las voces de la inocencia
Cantando un réquiem que me otorga la salvación
Pues aunque he perdido, encontré mi respuesta
Mi final no ha llegado por mis propias manos
Mi corazón se ha detenido con total naturaleza
Entre luchas que han demostrado no ser en vano
Esta presencia se despide del mundo con entereza.
Andrés Ruiz H.