Le susurra al oído, mientras acaricia su carcomida piel
Que un día fue como azúcar de miel
Sus gritos ya nadie los escucha
Es su corazón paro de palpitar
Sus manos aun desgarran las murallas eternas
A las que ha de acostumbrarse
Sus lagrimas se secaran y ya no volverán a recordar
Jamás el ayer que un día fue
Sus seres amados caminan pero sienten en el oído
Sus dulces gemidos
Sus labios como muros de arena se derrumbaran y
Muy lejos volaran paro no volver a soñar
Su mirada se va alejando y con angustia ve el vacio
Que la absorbe y la vuelve un suspiro
Aquellos verdugos del olvido van tragando su
Bello cuerpo, que un día cayo y no retorno