Invitaba una diatriba celestial y diurna
de un modo pausante, en vigilia,
a mil cánticos guardados por mil años,
invitaba a salir, a deslumbrar entuertos.
Tal primavera encapotada y sin fueros
precedió perenne a un coloso fractal,
quien calcinado y rojizo ensanchó brazos,
no dejando entrever lo finito de su montura.
Cual será el nombre que por cuenta de un razonar
y en absoluto declive, yace ya olvidado,
bajo penurias y luego de un completo ciclo de mujer
durante el cual fué recordado como glosolalia inaudita?
Sus áureas consonantes driblan ajenas
a este contemplar ocioso y extenuado.
Mediante insomnios y tan vívido en su búsqueda,
no termina de germinar a tiempo y vuelca roto.
Cambia de plano en emotiva trifulca
hasta ensoñar enterneceres..
Ya no sabe ese nombre,
aunque conoce exactamente
la extraña parábola de su propia lágrima
que cayó en labios mientras ella se marchaba..
Esa lágrima que bailoteó difunta en comisuras
cuando por vez última por él ella fué pronunciada.