Vengo a verter en tus aguas
la alegría que yo siento,
cargada de sentimientos
y de vivencias soñadas.
Aquí me noto a mí mismo
y me siento más poeta,
porque te noto más cerca,
siempre a mi lado, contigo.
El río baja hacia el mar
y se lleva mis deseos
en una barca sin remos,
dispuestos a navegar.
Aguas de espejo en la tarde,
cuando te miro te encuentro…
y es que te llevo tan dentro,
que se refleja tu imagen.
Yo no te pienso ni sueño,
pues tu presencia es preclara
y te miro cara a cara,
a corazón descubierto.
Ya sólo espero el momento
en que tú me digas: voy.
Preparado aquí estoy
para salir a tu encuentro.
Me arrulla una suave brisa,
mientras te veo y te espero.
Seré todo un mar de besos
cuando enciendas tu sonrisa.
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