Del diario aquel, que juntos
escribimos, no queda ni sus
huellas…rompiste los
recuerdos de sus hojas como
si así rompieras mi
existencia.
Aquellas hojas rotas, por tus
manos de iras, guardaban
nuestras vidas impresas en
sus líneas…señalando, las
mismas, que siempre tu
cariño yo tendría.
Sé bien que los recuerdos de
esas hojas, con dolor en el
alma, desgarraste, que mi
nombre y tú llanto se
enredaron aumentando la
ira de tus manos.
Sólo te has maltratado
queriendo liberarte de lo
que vive en ti lo mismo que
tu ira, tratando de
enterrarme y, aun, sigo con
vida igual que el contenido
de aquellas hojas rotas.
PABEDIZ